EROTISMO Y AUTOEROTISMO (El valor de cambiar por el placer de cada día)

El erotismo es esa energía profunda e irresistible que nos invita a vivir placenteramente. No solo es válido en nuestras camas sino también especialmente cuando lo integramos cotidianamente en nuestros trabajos y en nuestros amores, liberando nuestra pulsión de vida, nuestra creatividad y nuestros deseos.

Erotizados nos ponemos en contacto con las energías de nuestras emociones y sentimientos. Lo aprendemos día a día si nos animamos a mantenernos conectados con nuestros deseos, con nuestros sueños y fantasías. Cuando re-aprendemos a disfrutar todos los pequeños y grandes placeres que nos brinda la vida, nos iluminan la piel y nos contactan con quiénes de verdad somos.

Al Integrar el erotismo en nuestra vida cotidiana se revitalizan nuestras ganas de vivir. Si podemos relacionarnos placenteramente con nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, estamos más dispuestas a dar y a recibir de manera gratificante. Se liberan las endorfinas (sustancia que libera nuestro cerebro) cuando lo que hacemos nos da placer.

Y si hablamos de relaciones sexuales, incluir el erotismo, amplía las trayectorias de nuestra libido incluyendo todo el cuerpo. Ni el pene ni el clítoris son territorios exclusivos para el goce sexual.Experimentar un intenso deseo sexual, moviliza el organismo entero. El deseo activa las glándulas sexuales, acelera el ritmo del corazón, agita la respiración y moviliza las emociones. Estemos solos/as o acompañados esa posibilidad está al alcance de nuestras manos.

Los cuerpos acariciados se tornan sabrosos. Las hormonas se vacían en el torrente circulatorio, los tejidos se tornan turgentes, el organismo entero entra en un proceso de actividad vital y euforia fisiológica.

Si puedo definir mi vida desde el erotismo, esa conexión profunda con la vida, me puedo contactar con nuevos placeres, re-conocerme y re-conocer al otro/a. Se abre un disfrute que incluye goces, masajes, caricias, aromas, tiempos, cuidados, decisiones, descanso y movimiento, besos, abrazos, ternura, sensualidad.

Nada ni nadie puede prohibirme el derecho a vivir placenteramente expresando lo que quiero, lo que deseo, lo que necesito, sin culpas ni represiones. Cada persona asumirá el criterio ético que acuerde con lo que defina como su límite de contacto entre sí mismo y el otro/a. Vale el intento, vale por una relación más amorosa con nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestros vínculos.

Adriana Lucila Vallejos

Sexóloga Educativa