Los aromas nos traen recuerdos de tantas cosas…, nos trasladamos con ellos en el tiempo…Y en las emociones también.
La primera vez que sentí el aroma del Agua Florida fue en Buenos Aires hace varios años.
Es un olor cítrico por momentos y de jazmín por otros, alimonado, frágil, que se desvanece rápido en el aire y no queda impregnado en la ropa.
Llegué esa tarde a Aeroparque, después de un viaje algo complicado. Estaba ansioso y expectante por conocer a Nazareno, un curandero ayahuasquero - perfumero que venía a Argentina, y me dijeron que llevaba diez años en
Yo estaba media hora antes en la puerta del lugar establecido, como si fuera el primer día de clase.
No lo conocía personalmente a Nazareno. Me lo imaginaba un indio Shipibo de unos 50 años más o menos, si no más. Con aspecto de sabio, pelo largo canoso y más bien alto.
Llegado el momento toqué el portero, me anuncié y se abrió un portón de un grupo de departamentos. Caminando por el pasillo veo pasar a una nena con su madre llevando paquetes, atrás un muchacho con una camiseta de un equipo de fútbol, y por último un hermanito de la nena que venía corriendo trayéndole algo que se había olvidado. Sigo caminando hacia el departamento H, cuando me llaman de atrás: ¿Alejandro? - me dicen-.
Giro, y veo al pibe con la camiseta.
Hola- me dijo extendiendo su mano-, yo soy Nazareno. ¡Al fin te conozco!
Glup! - hice yo - Ah..., eh…, hola Nazareno. Yo también, - alcancé a decir.
¿Qué tal tu viaje? ¿Todo bien?, - me preguntó-.
Si -le dije yo-, tratando de disimular el asombro. Sacaba cálculos sobre su edad y lo que me habían contado y no me cerraba nada. ¡Era un pibe de veinte años!
Llegamos al departamento donde había otras personas, nos saludamos y Nazareno daba las órdenes de todo. Yo seguía sorprendido al ver a este gurrumín, jovencito, porteñito (nada que ver con un indio), con un jean y una camiseta de fútbol. En fin –me dije-, ya que vine hasta acá...
Salimos del departamento y llegamos a la casa de Pablo. Me presentaron a Juan, a Santiago, a Marcos, a Pedro y finalmente a María Magdalena.
¿Qué es esto? ¿El Evangelio?, - pregunté en vos alta-, y algunos sonrieron y otros no.
Luego de los rituales y palabras obligadas, se inició
Nazareno empezó a cantar.
El mundo se detuvo…
Mi vida jamás volvería a ser la misma desde aquel momento…
…¡Gracias!
Seguimos en el próximo número con más yuyos y cuentos del monte. Salud!
Sr. Alejandro