Primer Encuentro de Vale Cambiar

Tal vez lo más difícil es darle una oportunidad a lo incierto...

El encuentro de Vale Cambiar se realizará el sábado 13 de noviembre de 2010.

Aunque el amor siempre está cerca de nosotros y es inevitable que quienes se buscan se encuentren; nuestro encuentro no pretende ser una cita grupal, sino un momento y un lugar para que quienes nos sentimos solos volvamos a integrarnos. Lo demás solo hay que dejarlo acontecer...

El encuentro comenzará con un ejercicio de centración e integración para romper la soledad desde el principio. Luego, habrá diversos números musicales en vivo (bossa nova, tango y una cuerda de tambores) y algunos rituales que celebraremos juntos para curar nuestras almas. Mientras tanto compartiremos aromas y sabores elegidos especialmente para activar nuestros sentidos.

Es importante aclarar que el encuentro no tiene fines de lucro. Es una oportunidad para compartir y conocer gente que también quiere salir de la soledad.

Hasta ahora entre los interesados/as hay dos varones por cada cinco mujeres; por lo que estamos analizando la posibilidad de pedir que cada inscripta concurra al encuentro acompañada un varón con el que no tendría una cita (familiar, amigo, compañero de trabajo, etc.).

Tu vida puede cambiar. Solo tenés que animarte y dejar que las buenas cosas comiencen a pasar.

Inscripciones: valecambiar@gmail.com

Un Mandala para colorear

Conectarnos con nuestro cuerpo

Conectarnos con nuestro cuerpo físico mejora nuestra calidad de vida y nos ayuda a centrarnos en el presente.

Normalmente, vivimos abrumados por problemas y preocupaciones que nos alejan de nuestros cuerpos y del ahora.

Y recién volvemos a tener algún registro de este aspecto tan importante a nosotros cuando enfermamos o sentimos un dolor.

Así, nuestra vida transcurre casi completamente en el plano mental.

Y poco a poco vamos abandonando el movimiento, hasta que ya ni siquiera respiramos más allá de la respiración de mera subsistencia (que es esa respiración corta y pulmonar de la que no somos conscientes y que se agita más y más tratando de alcanzar a nuestras emociones).

Es preciso volver a conectarnos con nuestro cuerpo, con su movimiento y especialmente con la respiración. Prestarle atención a este aspecto, experimentán-dola, sintiendo como a partir de cada inspiración la energía vital fluye por nuestro cuerpo estimulando cada parte de nosotros y restaurando nuestra salud.

Con este simple cambio en la atención notaremos al instante como se equilibran nuestras emociones.

La mente sigue a la respiración.

Y mientras más serena y armoniosa sea la respiración más tranquila estará la mente.

Una vez que hemos estabilizado nuestra respiración, esto es cuando encontramos

el ritmo que nos es natural en ese momen-to; es oportuno prestarle atención a las diferentes partes de nuestro cuerpo físico.

Movimiento

Si nuestra vida, siguiendo la tendencia de este tiempo, se ha vuelto sedentaria o si por nuestras actividades debemos permanecer mucho tiempo sentados o parados en el mismo lugar; es importante volver a reencontrarnos con nuestro movimiento corporal.

Es importante estirarnos, mover las articulaciones, y aflojar las tensiones de la zona cervical, alineando la columna cada vez que volvamos a encorvarnos.

Nuestro cuerpo sufre un marcado deterioro como consecuencia de la inactividad.

Por ello, siempre que sea posible, debemos volver a conectarnos con el movimiento.

Namaste

El Sabio de Egipto

Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de el Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio.

El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
- ¿Dónde están sus muebles? -preguntó el turista.

Y el sabio, rápidamente, también preguntó:

- ¿Y dónde están los suyos...?

- ¿Los míos? -se sorprendió el turista- ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
- Yo también... -concluyó el sabio- La vida en la tierra es solamente temporal... sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices.

El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que suceden.

Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables.

El Toé

Las campanas coloridas del Toé llegaron sonando y perfumando la mañana. Antes, por la noche, habían pintado los sueños con colores nítidos y penetrantes.

Pero ese día, pasando la hora de la tarde, iban a sonar como nunca antes lo habían hecho.

Dejamos el caserío con Doña Alba, y acompañados por su perra blanca Guli, “la doctora”, nos metimos en el monte bien adentro. Un pato vestido como príncipe volaba en círculos sobre nuestras cabezas indicando el camino. Se posaba sobre el lugar más alto, nos miraba y volvía a volar.

Alba es una india guaraní, muy delgadita y con una mirada tan profunda que no querés salir de sus ojos por un rato largo.

Vea Alejandro, me decía, todo esto hoy parece hecho para usted. Cada ramita, cada pato, cada pelo de “la doctora”…

No siga Alba, le dije, que me está haciendo temblar y recién empezamos…

Se rió con una carcajadita finita y chispeante.

El camino se hizo más estrecho y sobre unas piedras estaba un hermoso ejemplar de Toé, pesado de campanas, como un árbol de navidad sobrecargado.

Alba se arremangó su pulóver blanco, gastado, balbuceó algunas palabras de las que sólo entendí “Espíritu Santo” y arrancó varias ramas de unos 30 centímetros.

Con un cuchillo las cortó al medio y con una cucharita sacó el jugo blancuzco del tallo. Colocó el jugo en un mate con tapa y lo guardó en su bolsillo.

El pato-príncipe voló más alto, después

bien bajo, hasta que finalizada su tarea, se despidió disolviéndose en el cielo.

De ahí seguimos hasta la casa de Don Pián, donde nos esperaban Carlos, su esposa René, Amílcar y su hijo Elder.

Alba me dio un vasito con el jugo y me indicó el lugar donde tenía que quedarme a pasar la noche, y a recibir mi “visita”.

La tarde se apagaba y en el ensueño llegó Iris, la simple Iris, la hermosa Iris, la indescriptible Iris, la gran Iris. Me habló, sentada en la mesa, enfrente de mí. Habló de sus hijos y de su vida. Contaba cosas comunes, describía momentos cotidianos, parecía una persona común excepto por un pequeño detalle: ¡NO EXISTÍA!

Cuando estaba a punto de desvanecerse su imagen, le pregunté:

Iris?

Si? Me dijo, mirándome con un amor antiguo y eterno.

Te puedo tocar?

Si, me dijo riéndose, ¿cómo no vas a poder tocarme?!

Toqué su brazo que estaba apoyado sobre la mesa y al palparlo el corazón casi me explota. El miedo llegó para intentar borrar todo lo que había pasado y me encontré nuevamente solo en ese ranchito limpio, temblando en el medio del monte.

A la mañana vino Alba y me preguntó sobre lo sucedido. Yo apenas podía hablar y no paraban de salir lágrimas constantes de mis ojos.

Tome, séquese la cara y vamos a desayunar -me dijo-, que el día es largo y tiene mucho por aprender…

Al Toé aquí le dicen Floripondio. Hay que tratarlo con extremo cuidado. Puede provocar la muerte. Es una Planta que cura y enseña a curar, protege e ilumina el caminito…y más cuando uno anda perdido. Es muy buena para las quemaduras, y cuando se ponen 3 flores bajo la almohada, pinta los sueños con sus radiantes colores.

Bueno, me despido hasta la próxima con más yuyos y cuentos del monte. Salud!

Sr. Alejandro

El Miedo

En esta oportunidad los invito a explorar la emoción del Miedo, la presencia de esta suele generar una sensación de angustia, la cual se experimenta a través de síntomas físicos tales como: respiración rápida y superficial, estado de alerta, presión en el pecho, entre otras, lo cual anoticia que hemos percibido algo que entendemos como una amenaza. Debido a estos síntomas los seres humanos tendemos a actuar instintivamente mediante el ataque o la huida como mecanismos de respuesta.

Esta emoción suele agravarse si algún aspecto interno toma una actitud ignorante o/y desesperada por curarla.

“no tengo que sentir miedo, no es para tanto” o bien, “quiero que se me pase ya”

El miedo en su faceta funcional, es una señal que indica que existe una desproporción de correspondencia entre la magnitud de una amenaza a la que nos enfrentamos y los recursos con los que creemos que contamos para resolverla. De ahí la importancia de prestarle atención.

La amenaza que percibimos puede ser física o emocional. El miedo indica que hay un problema, no es el problema, como se suele manifestar.

En el encuadre terapéutico el trabajo versa en que el paciente reconozca con que recursos cuenta para enfrentar la amenaza, comendo a experimentar esta señal como una signo, sin descalificarla, ni pretender curarla, otorgándole el lugar que le corresponde.

El miedo se transforma en disfuncional cuando inhibe, angustia, desorganiza o bloquea la capacidad de experiencia y aprendizaje.

La funcionalidad depende de cómo traten al aspecto temeroso interior; el resto de

los aspectos interiores, entre ellos; destacaré la importancia del aspecto evaluador; pues este suele imponer la realización de acciones, sin haber escuchado lo que el aspecto miedo tiene para decir, por ello la importancia de que en nuestro interior exista una relación solidaria y cooperativa entre nuestro aspecto evaluador y el miedo.

Una vez que se produce un dialogo entre ambos, y en el cual cada aspecto se sincera acerca de lo que necesita, podamos atravesar la experiencia que lo despertó de manera saludable.

Por todo lo antes mencionado es trascendental que podamos comenzar a explorar lo que estamos sintiendo en el aquí y ahora a fin de a responder con responsabilidad; es decir con habilidad, a las diferentes circunstancias que despiertan esta emoción.

Nuestras emociones son nuestro mayor recurso, nos posibilitan saber cómo estamos en la situación actual, y nos proporcionan la pista para atravesarla.

Adriana Retamoso

Lic. en Piscología

En formación gestáltica

Mat. 1066

Encontré el silencio y encontré el círculo. Me di cuenta de que eso que ya era, eso que fue siempre, lo tenía a mí alrededor, todo el tiempo lo tuve y yo formaba parte de él. Encontré también el cambio dentro de ese círculo, pude ver eso que siempre cambia siendo, al mismo tiempo, diferente cada vez. lo que cambia pero permanece siempre igual.

Las manos en círculo, que se tocan. Que también tocan la tierra de la que saldrán las coles y las calabazas, que tocan la harina con la que hacen el pan. Las que tejen. Las que tallan. Las que comparten alrededor del fuego una canción y muchas voces y alguna guitarra. Las voces que callan para escuchar y que escuchan para hablar. Y las que simplemente abrazan con silencio la lágrima de alguien. Y la chupan y les sabe a sal, pero es rica porque esa lengua que chupó ayudó a que doliera menos.

Ese círculo hace que el frío desaparezca. es el lugar tibio a donde llegar, es el sitio a partir del cual poder preguntarse: “¿y ahora qué?”, pero también responderse: “ahora esto, ahora acá”. Las uñas sucias rascan el deseo de alguien y lo hacen despertar, juegan con barro a que son barro, inventan un grito de algo que se debe parecer bastante al ser feliz; crean el camino que sus pies recorren, aunque lo tengan que desandar una y otra vez.

Cagan al aire libre, eructan tiempo y huelen a lo que son: a tierra, a humo, a sudor, a tristeza, a miedo, a mucha alegría; tienen olor a l@s demás, a l@s que van a ser, a l@s que fueron; tienen en los dedos hollín y no se lo sacan porque se pintan entre sí dibujos de lo que vendrá y de lo que hay, se pintan pasado y se pintan preguntas, y todo eso mientras buscan revolcarse en la nieve o tirarse al río y nadar después de un inipi, o después de haberse contado un cuento que antes no existía.

Sus herramientas son para crear y para construir partes de sí mism@s, son lo que sus solas manos no pueden, pero son, a la vez, la extensión de sus propios dedos, esas manos que tocan la tierra después de llover y que saben que ahí, en ese lugar, está todo lo que necesitan.

[Nafarroa, 2001]

Gracias Vero

Moli Verón presenta "Litoral Breakbeat" - 1 de octubre - Teatro 3 de Febrero

Factor Fun Cumple 10 Años! - 9 de octubre de 2010 - ADN PUB



¿Por qué los maridos no besan en la boca?

Ayer estaba en un edificio de oficinas, esperando el ascensor, y cuando se abrió la puerta, había una pareja dentro, besándose. Un largo y sensual beso, que me volvió loca DE ENVIDIA. «¡Degenerados! —murmuré para mis adentros— ¡ya van a ver cuando se casen!» Un auténtico comentario de resentida, de carenciada, de huérfana de ternezas y succiones. Es que yo, lo único que extraño de cuando era soltera (además de la felicidad, la libertad y esas trivialidades) son LOS BESOS.

A partir del instante en que nos casamos, noté que mi marido sólo me besaba cuando no tenía una servilleta a mano...

Como todas las casadas tuve que aceptar que «besar» es algo que se hace con el novio. Con el marido, no. Una vez que el novio se convierte en marido encuentra que el beso es una lata, un trabajo que le hace perder el tiempo después de haberse quitado la ropa. No sé si me explico: el hombre, después de un tiempo de casados, te hace el amor, pero no te besa.

¿Qué es lo que pasa? ¿Acaso una tiene la lepra? ¿Acaso la abandonó su enjuague bucal? ¿Tal vez él tiene miedo de que, al besarla, la princesa con la que se casó se convierta en rana? Mis amigas se quejan de lo mismo. «¿Besar? Ya ni me acuerdo

cómo se hace. Si mi marido llega a intentarlo, seguro que me ahogo, porque no sé cómo hacerlo y respirar al mismo tiempo. »

Así es, amigas. Los hombres no saben cómo tratar a su mujer. Necesita una un gesto tierno y le pellizcan la cola, le está haciendo falta una palabra dulce y le sueltan una obscenidad.

Te les acercás mimosa, buscando ternura y enseguida te manotean una lola. Yo no sé por qué cuando nosotras queremos una cosa, ellos suponen que queremos otra. El encuentro amoroso es corno una maratón. Cuando me doy cuenta, todo terminó, corno si me hubiera pasado un tractor o un tanque Sherman por encima... Y él, satisfecho, me pregunta: «¿Disfrutaste?», mientras yo pienso: «No sé... ¿Por qué? ¿Pasó algo? Debo haberme quedado dormida... » Pero no lo digo para no ofenderlo. No hay preliminares, nada. «Pero ¿no comparten ninguna otra caricia, algún arrumaco?», preguntó mi amiga aliviada al comprobar que padecíamos el mismo déficit de ósculos. «Sí, compartimos los dos minutos previos (que es cuando yo pienso que una vez que todo termine no tengo que olvidarme de sacar la carne del congelador) y los dos minutos posteriores (que es cuando él bosteza y empieza a roncar).» «Entonces... ¿ni un besito?... » «¿Para qué? Si él, como todos los maridos, piensa que besar es una tontería inútil, a menos que las bocas estén totalmente abiertas y las lenguas se encuentren cerca del esófago del otro. Como una especie de ENDOSCOPIA LINGUAL. No entienden que a las mujeres nos excita mucho más la ternura que un órgano del tamaño de esas mangas hidráulicas que se usan para lavar los aviones, o una suave y erótica exploración labial, que la extirpación de nuestras admígdalas de un lengüetazo.»

Un día yo le pedí a mi marido. Sí, le imploré un beso. ¿Y saben qué me contestó? «¿Con esa boca que siempre me solicita plata y me habla mal de mi mamá querés que te bese?»

En realidad, me parece que este tema de besar a la esposa, a los hombres les resulta algo vergonzante, casi feminoide. Ese besuqueo con la madre de sus hijos los hace sentir ridículos.

Y después está el terrible mandato atávico. Ese asunto del hombre «ponedor», que sólo se acerca a una para una cosa. Para mí que eso tiene su origen en la biología. Fíjense ustedes que la mayoría de los machos en el reino animal son criaturas bastante inútiles que sólo sirven para «eso». Es una compulsión. No importa cómo ni con quién, basta que posea un orificio. Por ejemplo, un moscón puede intentar hacerlo con una pasa de uva. Y una mariposa macho, con una hoja que cae. Los sapos y los escuerzos son capaces de aferrarse a una piedra o a un zapato que pasa. La naturaleza los creó para que hagan cualquier cosa con tal de lograr «eso». El hombre no es la excepción. Y a lo mejor, una —que no es un animal— está necesitando otra cosa.

Por lo que pude averiguar, son legión las esposas que, por un beso bien dado, estarían dispuestas a salir por esa puerta (dirija la vista a la salida de emergencia más cercana), y abandonarlo todo para nunca más regresar. Porque EL SEXO SIN BESOS EQUIVALE A UNA VIOLACIÓN. Una se va marchitando de tristeza. Yo al mío llegué a pensar en pagarle, como a las mujeres de la vida, que tienen una tarifa: sin besos tanto, con besos, más.

En cambio, lo que hice fue todo para llamar su atención: tratamientos de belleza, ropa infartante... Pero él siempre lo interpretó como una invitación a la lujuria más salvaje. «Qué linda que estás, vamos al dormitorio.»

Ya desesperada, nuestro último verano en la costa me hice la ahogada para que él me hiciese respiración boca a boca y así poder juntar nuestros labios después de varios siglos. Pero en cuanto vio que me reponía, me dejó ahí tirada con el morro estirado y mi HAMBRE DE BESOS. Y encima, no sé por qué, toda la playa aplaudía.

Finalmente entré en la etapa de la resignación. La Etapa de las Telenovelas. Pero no veía ninguna en especial. Hacía zapping en el televisor, formando una gigantesca secuencia de besos, que miraba embobada. Y también incursioné —para qué negarlo— en cierta actividad bochornosa: las novelitas tipo Corín Tellado. Las escondía en el armario de la limpieza junto a las escobas y los trapos, como los alcohólicos, que esconden las botellas. Terminaron por hartarme. Así que ahora, mi libro de cabecera es Menopausia erótica.

En fin, que como dice una tía mía: «Para una mujer, el primer beso es sólo el fin del principio, en cambio, para el marido, es el principio del fin.»

Fragmento del libro “No seré feliz, pero tengo marido” de Viviana Gomez Torpe.- descarga gratuita en http://www.linksole.com/sn08ip

No.

No te quedes conmigo esta noche ni ninguna otra. No quiero despertar y verte, ni sentir tu calor de cuerpo a mi lado, no quiero tu sonrisa a esa hora, no quiero conocer tu cara amanecida.

No pienses en mí sino hasta verme, no pierdas tiempo llamándome, yo sabré cuando ir, confío en mi cuerpo.

No compartamos caminatas ni hablemos de trivialidades, es más tal vez sería mejor que ni hablemos, sabemos bien que no lo necesitamos, nuestro mecanismo es más perfecto y se completa al ensamblarnos.

No me busques -yo no lo haré- valoremos sólo el encontrarnos haciendo de ese momento un micro mundo, cerrando la puerta, olvidando el afuera.

No nos demos explicaciones, todo está más que claro. Tengamos otros amores, no nos privemos del mundo ni a él de nosotros. Riamos con otras personas, juguemos muchos juegos, vivamos todo lo necesario.

No nos digamos adiós, siempre habrá tiempo para encontrarnos.

Virginia Lobo

El clítoris es el único órgano del cuerpo humano destinado exclusivamente a proporcionar placer.

Como se puede apreciar en la imagen, se compone del “glande” o “cabeza” que es ese delicado capullo que emerge en la parte superior de los pliegues de la vagina; “el tronco” o “cuerpo cavernoso” que se extiende bajo el capuchón y luego se curva desdoblándose en dos largas raíces que se prolongan a lo largo del hueso púbico; y los “bulbos vestibulares” constituidos por tejido eréctil que se tonifica y aumenta su tamaño para favorecer el orgasmo y aumentar la sensibilidad en la vagina que, como sabemos, prácticamente no tiene terminaciones nerviosas.

El glande del clítoris tiene 8000 termi-naciones nerviosas; lo que le brinda una sensibilidad tal que para muchas mujeres su estimulación directa y sin juegos previos resulta abrumadora.

Siempre debemos darle al clítoris el tiempo necesario para que su excitación fluya naturalmente. Y para ello nada es mejor que comenzar con una estimulación indirecta a través del capullo que lo protege hasta tanto el glande se haya tonificado y comience a emerger.

El glande del clítoris es el punto más sensible que existe, es mucho más sensible que el pene o que la lengua y tiene la belleza de un suave y delicado capullo.

Su estimulación frecuente ayuda a tonificar los tejidos de este complejo, múltiple y muy sensible órgano del placer; ya que cuando se lo excita la sangre fluye y el órgano duplica su volumen, tensándose de forma similar a la erección masculina.

Es importante tener presente que por su tamaño, el volumen de sangre que debe fluir para excitar apropiadamente el clítoris es mucho mayor que el requerido para excitar al pene; por lo que el tiempo necesario para excitarlo también es mayor.

Durante mucho tiempo se nos ha enseñado que “los hombres tienen pene y las mujeres vagina”; confundiendo sexualidad con reproducción y relegando a un segundo plano al órgano del placer.

Tips Para El Placer:

- Si eres hombre anímate a preguntar que le gusta a tu pareja y como debes hacerlo.

- Si eres mujer es importante que mires tu vulva, que la reconozcas, que experimentes su delicada sensibilidad; y que te des permiso para sentir el inmenso placer que tu clítoris tiene reservado para ti…

- Los aceites y cremas íntimas aumentan notablemente la sensibilidad del clítoris.

E. M.


Los Amantes

Las primeras luces del día

confunden mis sentidos

y por un instante,

vuelvo a tenerte junto a mí…

Acaricio suavemente

el perfume de tu piel

que aún perdura en mi cama

y casi puedo tocarte…

Las imágenes de esta secreta pasión

se repiten una y otra vez

en mi memoria…

Tu respiración agitada

y mis dedos que descienden lentamente por tu espalda…

Tu boca que se inquieta

mientras conjuro por fin

el límite prohibido de tus bragas…

Y mis besos en tu cuello

desatan de nuevo la pasión…

Presiento que solo es un sueño

y ya no quiero despertar…

El sol de la mañana me regaló de nuevo y por un instante

el tibio recuerdo de tu piel…

La alarma del teléfono está próxima a sonar,

Tú estás con él

es hora de despertar…

Alejandro Savino