Conectarnos con nuestro cuerpo

Conectarnos con nuestro cuerpo físico mejora nuestra calidad de vida y nos ayuda a centrarnos en el presente.

Normalmente, vivimos abrumados por problemas y preocupaciones que nos alejan de nuestros cuerpos y del ahora.

Y recién volvemos a tener algún registro de este aspecto tan importante a nosotros cuando enfermamos o sentimos un dolor.

Así, nuestra vida transcurre casi completamente en el plano mental.

Y poco a poco vamos abandonando el movimiento, hasta que ya ni siquiera respiramos más allá de la respiración de mera subsistencia (que es esa respiración corta y pulmonar de la que no somos conscientes y que se agita más y más tratando de alcanzar a nuestras emociones).

Es preciso volver a conectarnos con nuestro cuerpo, con su movimiento y especialmente con la respiración. Prestarle atención a este aspecto, experimentán-dola, sintiendo como a partir de cada inspiración la energía vital fluye por nuestro cuerpo estimulando cada parte de nosotros y restaurando nuestra salud.

Con este simple cambio en la atención notaremos al instante como se equilibran nuestras emociones.

La mente sigue a la respiración.

Y mientras más serena y armoniosa sea la respiración más tranquila estará la mente.

Una vez que hemos estabilizado nuestra respiración, esto es cuando encontramos

el ritmo que nos es natural en ese momen-to; es oportuno prestarle atención a las diferentes partes de nuestro cuerpo físico.

Movimiento

Si nuestra vida, siguiendo la tendencia de este tiempo, se ha vuelto sedentaria o si por nuestras actividades debemos permanecer mucho tiempo sentados o parados en el mismo lugar; es importante volver a reencontrarnos con nuestro movimiento corporal.

Es importante estirarnos, mover las articulaciones, y aflojar las tensiones de la zona cervical, alineando la columna cada vez que volvamos a encorvarnos.

Nuestro cuerpo sufre un marcado deterioro como consecuencia de la inactividad.

Por ello, siempre que sea posible, debemos volver a conectarnos con el movimiento.

Namaste