Encontré el silencio y encontré el círculo. Me di cuenta de que eso que ya era, eso que fue siempre, lo tenía a mí alrededor, todo el tiempo lo tuve y yo formaba parte de él. Encontré también el cambio dentro de ese círculo, pude ver eso que siempre cambia siendo, al mismo tiempo, diferente cada vez. lo que cambia pero permanece siempre igual.

Las manos en círculo, que se tocan. Que también tocan la tierra de la que saldrán las coles y las calabazas, que tocan la harina con la que hacen el pan. Las que tejen. Las que tallan. Las que comparten alrededor del fuego una canción y muchas voces y alguna guitarra. Las voces que callan para escuchar y que escuchan para hablar. Y las que simplemente abrazan con silencio la lágrima de alguien. Y la chupan y les sabe a sal, pero es rica porque esa lengua que chupó ayudó a que doliera menos.

Ese círculo hace que el frío desaparezca. es el lugar tibio a donde llegar, es el sitio a partir del cual poder preguntarse: “¿y ahora qué?”, pero también responderse: “ahora esto, ahora acá”. Las uñas sucias rascan el deseo de alguien y lo hacen despertar, juegan con barro a que son barro, inventan un grito de algo que se debe parecer bastante al ser feliz; crean el camino que sus pies recorren, aunque lo tengan que desandar una y otra vez.

Cagan al aire libre, eructan tiempo y huelen a lo que son: a tierra, a humo, a sudor, a tristeza, a miedo, a mucha alegría; tienen olor a l@s demás, a l@s que van a ser, a l@s que fueron; tienen en los dedos hollín y no se lo sacan porque se pintan entre sí dibujos de lo que vendrá y de lo que hay, se pintan pasado y se pintan preguntas, y todo eso mientras buscan revolcarse en la nieve o tirarse al río y nadar después de un inipi, o después de haberse contado un cuento que antes no existía.

Sus herramientas son para crear y para construir partes de sí mism@s, son lo que sus solas manos no pueden, pero son, a la vez, la extensión de sus propios dedos, esas manos que tocan la tierra después de llover y que saben que ahí, en ese lugar, está todo lo que necesitan.

[Nafarroa, 2001]

Gracias Vero