¿Miedo al abandono o abandono de mi mismo?
La rapidez con la que experimentamos la vida actual, entre los múltiples estímulos y la agenda apretada de trabajo, planes y tareas cotidianas, tienden a dejarnos poco espacio para reflexionar acerca del modo en que cuidamos de nosotros mismos y a otros. Estamos saturados de objetos para cubrir desde el hambre a cualquier emoción que nos despierte malestar y la elección suele hacerse de modo automático por lo más próximo que tengamos para evitar el dolor.
Mientras los mandatos sociales y culturales nos exigen que cuidemos a los demás como modelo opuesto del autocuidado.
Les propongo empezar a reflexionar acerca del miedo al abandono y la culpa por no obedecer lo que nos fue inculcado, pues estas son las emociones que nos anclan en las mismas conflictivas, una y otra vez.
¿Me estoy nutriendo?; ¿Cuido de mí?; ¿Cómo busco sanar cuando me siento herido? Son algunas de las preguntas que pueden darnos una pista acerca del modo en que estamos viviendo, a fin de comenzar a ensayar nuevas formas de estar y vincularnos para tener la calidad de vida que nos merecemos.
Lo cierto es que no puedo cuidar de otros en tanto me sienta herido emocional o físicamente, o no lo haré de modo saludable, pues no puedo dar a los demás lo que en realidad, no tengo para mi mismo.
Solemos realizar un sinfín de trucos y malabares para que los otros nos miren con buenos ojos, para ser amados, respetados y cuidados, sin darnos cuenta muchas veces que nos abandonamos a merced de ellos, procurando fuera de nosotros mismos el amor, ese que nosotros mismos nos negamos a experimentar por nuestra propia singularidad.
Nos exigimos estar disponibles para nuestra familia, el trabajo y el resto de nuestros vínculos, sentir alegría cuando estamos tristes, hacer cuando necesitamos descansar y trabajar cuando queremos disfrutar, mientras nos criticamos constantemente, nos exigimos y evitamos constantemente el dolor que brotará seguramente desde donde no estábamos mirando.
La necesidad de amor es la característica humana por excelencia, sin el flujo del amor nos marchitamos. Por eso es importante de retomar nuestro dialogo interno preguntarnos, ¿que necesito para sentirme mejor, que pueda regalarme yo mismo? pues solo satisfacer nuestra necesidad puede regalarnos bienestar, ese que se reflejará en el resto de nuestros ámbitos.
Al respetar mis necesidades, aprendo a respetar las de otros, sincerándome conmigo mismo, fortalezco mi crecimiento y el de mis vínculos, como al comprender mi dolor más sentido, comprendo el de otros. Por ello desarrollar una mirada amorosa de mí, es la clave para vincularme mejor.
Al comenzar a aceptar mis virtudes y limitaciones entro en conexión amorosa conmigo mismo y solo entonces puedo desarrollar mis potencialidades para vivir digna y plenamente.
Lic. Adriana Retamoso