Norberta - Capítulo III

N

orberta Calvento murió el 22 de noviembre de 1880, a los 90 años de edad.

Según los Registros de la Parroquia De La Concepción Del Uruguay, la prometida de Pancho Ramírez murió soltera y fue enterrada con el vestido de novia que jamás usó.

En la sociedad de aquel tiempo, los matrimonios eran concertados por los padres y los contrayentes debían conformarse con la unión.

Nada importaba el amor en esas alianzas que solo servían para acrecentar las fortunas y los lazos de poder de las familias aristocráticas de la época.

Sin embargo, según la Historia Oficial, Pancho Ramírez rompió el compromiso contraído con el padre de Norberta para entregarse a los brazos de La Delfina, esa cuartelera portuguesa de la que poco se sabe en verdad.

Nadie puede negar el amor entre el Supremo y La Delfina.

Ese amor por el que el Ramírez dio su vida en la trágica jornada del 10 julio de 1821 en Río Seco, Provincia de Córdoba; cuando en la huida de una emboscada La Delfina cayó con el caballo boleado y Ramírez -al ver que su mujer sería capturada- volvió contra los perseguidores enfrentándose a la muerte para salvarla.

Nadie puede tampoco dudar de la belleza de esa enigmática mujer que se dice era hija ilegítima de un Virrey de Portugal afincado en Brasil; aunque para muchos, fue solo una simple cuartelera que el Traidor de Artigas conoció tiempo antes en Montevideo, cuando aún luchaba a las órdenes del Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres.

De todos modos lo cierto es que, como consecuencia del repudio de Ramírez, Norberta permaneció soltera soportando toda su vida el estigma de haber sido abandonada por el Caudillo. Y es que en la sociedad de aquellos años, una mujer que había sido repudiada ya no podía aspirar a contraer un nuevo compromiso.

Muchas historias se tejieron en torno esa ruptura.

Y muchas verdades se callaron para ocultar lo sucedido...

Pero de las crónicas de la época llegaron a nuestros días noticias de una carta que da cuenta de un joven que cortejaba secretamente a Norberta…

Luego del escándalo del pañuelo Norberta fue confinada a sus habitaciones.

Allí debería rezar y guardar penitencia hasta que su familia pudiera perdonar la procaz conducta de la niña.

Sin embargo, ni la sagrada imagen de la Virgen del Carmen podía alejar los recuerdos que una y otra vez se repetían en su memoria…

Los ojos de Martín mirándola tan cerca,

el baile de los dos,

y el breve contacto de sus manos justo antes de que ella dejara caer el pañuelo desatando el escándalo…

Ya tarde en la noche la puerta de la habitación se abrió lentamente. Sin hacer ruido su dama de compañía se acercó y le entregó la carta que esa mañana Martín discretamente le había dado en la Iglesia…

CONTINUARÁ…